lunes, 14 de marzo de 2011

SHINING

Después de un buen tiempo de letargo por acá, les traemos esta recomendación proveniente de Suecia, que ya tienen algún tiempo haciendo música, sin embargo para no variar, yo hasta hace poco escuché de ellos en una inusual lista de los mejores lanzamientos del año pasado, la cual por cierto no he terminado de revisar, principalmente porque de la lista de cuarenta títulos ahí publicados, solo sabía de la existencia de unos diez aproximadamente. El sitio se llama The Quietus, por si quisieran darle una checada al particular top del 2010 de este sitio.

De hecho esta banda, de nombre Shining (nada que ver con la novela de Stephen King, o la película basada en dicha novela, dirigida por Stanley Kubrick) me resulta algo así como una anomalía o mejor dicho excepción en cuanto a mis gustos, aunque no precisamente por el aspecto musical, ya que su propuesta que me resulta por demás atractiva, sino por aquello relacionado a su historial y cuestiones de su discurso como banda, y es que resulta que estos suecos, han desarrollado su carrera dentro de la escena Black, cuya presencia es mucho mayor por aquellos lados del noroeste de Europa, y por lo tanto han adoptando toda esa parafernalia propia del genero, con la cual no tengo algún tipo de afinidad  o gusto en lo absoluto y que incluso me declaro un neófito total del tema, que por ende no me nace el indagar respecto a los exponentes de este genero, no negando que tal vez gran parte de esto de deba a este prejuicio mío. Por lo tanto me resulta un tanto extraño el hablarles un poco de esta banda formada en 1996, más que nada por estas cuestiones extra musicales, que si bien el proyecto se encuentra en una etapa de depuración en cuanto a imagen y sonido, no son pocas las controversias en las que se han visto envueltos, debido en principio a las letras que promueven abiertamente el suicidio y la automutilación, así como de la gran violencia que se genera en sus presentaciones. Cuestiones en las que no entraremos en detalle aquí.

Para entrar ya en tema, primeramente quisiera describirles más o menos cual fue la sensación que tuve al escuchar por primera vez este trabajo de nombre Blackjazz (Indie Recordings, 2010). Y es que por tratarse de una obra con una gran cantidad de mala leche y locura desmedida, pero que a su vez esta dotada de tal genialidad e inteligencia para fusionar todo ese abanico de géneros, en la que los resultados son por demás sorprendentes y es que en mi caso, me hizo rememorar mis días preparatorianos, 2001 para ser exactos y el  inminente lanzamiento del octavo álbum de estudio de Slayer, el contundente God hates us all (American Recordings, 2001) bajo un contexto totalmente adverso, puesto que unos cuantos días antes se había perpetrado aquel lamentable ataque terrorista a la nación de las barras y las estrellas y el derribe de un icono, como lo fueron las famosas "Torres gemelas" del país norteamericano. El hecho de encargarlo primeramente (los discos de importación no llegaban tan rápido entonces), ya tenerlo en mis manos, abrirlo, ver aquella celebre portada y finalmente el escuchar a Tom Araya berreando a todo pulmón: "GOD HATES US ALL, GOD HATES US ALL!!", fue aquel escalofrío que empieza en la nuca y se expande por todo el cuerpo que enchina la piel. Esa sensación de exaltación, y de peligro, algo totalmente nuevo para mí en aquel momento (hay que recordar que era un joven imberbe todavía, entiendanme!!).

Precisamente esto mismo, tal vez no en la misma medida, pero esa sensación experimenté desde el inicio de la abridora The madness and the damage done de este extraordinario Blackjazz, que de forma inmediata me trae reminiscencias de los alemanes Atari teenage riot, con una fuerte dosis de industrial muy a la Ministry e instrumentaciones aún mas vertiginosas, pasajes repetitivos que crean atmósferas bien delirantes; agresión sonora a más no poder.

Sin artificios pretenciosos o virtuosismos estos suecos invitan al escucha a sumergirse en una vorágine siniestra de altos vuelos, con ese mood tan sombrío por compañía durante todo el viaje. Es una celebración a la música misma, que desborda intensidad y pasión por montones, para dejarse llevar, -¿emplean ritmos de jazz, beats techno-industrial, pasajes progresivos y atmósferas propias del doom en la misma canción? - eso ya no importa, puesto que lo de ellos es toda una orgía sonora sin concesiones, un descenso en caída libre. Honestidad brutal a cada segundo, no se buscan arreglos pomposos ni momentos solemnes; es sudor, sangre y sentimiento a todo momento. Incluso instrumentaciones totalmente minimalistas se dejan escuchar en algunos lapsos, para dar un respiro y seguir con el torbellino.

Para todo aquel que está en la búsqueda de nuevos sonidos con espíritu altamente rockero; no se espanten por esa facha de tipos malos que se cargan, aquí hay muy buena música señores, hasta con una versión realmente ácida de la inolvidable 21st century schizoid man de King Crimson para el final del disco como plus para los más exigentes.



You'll remember me when your worlds collide...





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